El Cardenal Mauro Gambetti, Arcipreste de la Basílica de San Pedro, fue el encargado de presidir el Jueves Santo, la Misa de la Cena del Señor en el Vaticano, mientras el Papa Francisco se sigue recuperando.
Horas antes, el Santo Padre se reunió con 70 presos en la cárcel Regina Coeli de Roma, a quienes les recordó que “me gusta hacer cada año lo que hizo Jesús el Jueves Santo, el lavatorio de los pies, en la cárcel”, el sumo Pontífice declaró: “Este año no puedo hacerlo, pero sí puedo y quiero estar cerca de vosotros. Rezo por vosotros y por vuestras familias”.
Al celebrar la Misa en la Basílica de San Pedro, el Cardenal Gambetti recordó que la primera pascua judía “se desarrolla en Egipto en un contexto de esclavitud, de opresión, de sufrimiento” y agregó: “También la Pascua que celebra Jesús, verdadera y definitiva, se desarrolla en un contexto de prueba, injusticia, acoso, calumnia, enfermedad, violencia, miedo, soledad. Jesús desea ardientemente alimentar la intimidad, la familiaridad del hogar doméstico, la amistad del cenáculo, la fraternidad de la asamblea eclesial”.
El purpurado se manifestó profundamente conmovido por “la determinación de Jesús en el querer compartir el pan y el vino con todos aquellos que el Padre le ha dado. Es tan humano en la prueba y pienso en cuantas oportunidades he perdido de ser tan humano ante las adversidades de la vida, ocupado buscando soluciones o vías de escape. Incluso en el momento actual estamos pasando una dura prueba y también entre nosotros está ese Judas que tomó lo que había en la caja y que venderá al Maestro para sacar provecho económico y en términos de poder”.
Gambetti resaltó: “El mundo nos está quitando lo que tenemos en nuestra caja, los valores, la inteligencia, la conciencia, el amor humano” y añadió: “Todos estamos en venta en base a una relación de costo-beneficio a cambio de algún beneficio económico y de poder. Ya no hay cuidado de las relaciones, ya sean familiares, de amistad, profesionales o institucionales y no hay compasión por los marginados, los migrantes, el medio ambiente”.
El Arcipreste de la Basílica de San Pedro aseguró que “el mundo nos traiciona, es decir, nos entrega, nos vende para sacar algo de nosotros, como hace Judas con Jesús. Y como hacemos cuando nosotros, cuando en la religión o a través de la religión, buscamos alguna forma de gloria, algo material o algún poder, vendemos nuestra fe. Las guerras no son otra cosa que el resultado de la decadencia, de la concreción de los conflictos y del mal que hay en el mundo”.
En ese contexto, dijo, “nuestras familias y nuestras comunidades son muy parecidas al grupo de los discípulos, especialmente en su fragilidad, en su baja autoestima, en su rabia, pero también en su sed de libertad, de justicia, de paz. Nosotros nos asemejamos a este grupo de discípulos y también hoy Jesús ama. Él no quiere ganar, ni ser aplaudido, ni hacerse rico. Lo único que le importa es el amor. Este es el único sacerdocio. Lava los pies, incluso a Judas”.
Fuente: aciprensa.com
wdm.
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