El Papa León XIV pronunció el mensaje Urbi et Orbi

Ante cerca de 26.000 personas reunidas en la Plaza de San Pedro, el Pontífice se asomó al balcón central de la basílica vaticana para dirigir al mundo la tradicional bendición Urbi et Orbi. En su mensaje, el Papa subrayó que el auténtico camino hacia la paz pasa por la “responsabilidad”. 
El sumo Pontífice afirmó: “Si cada uno de nosotros, a todos los niveles, en lugar de acusar a los demás, reconociera ante todo sus propias faltas y pidiera perdón a Dios y al mismo tiempo se pusiera en el lugar de quienes sufren, fuera solidario con los más débiles y oprimidos, entonces el mundo cambiaría”. 
El Santo Padre recordó que “Dios no es indiferente a nuestras miserias”, por lo que exhortó a no cerrar el corazón “a quien sufre” y subrayó que, al hacerse hombre, Jesús “asume sobre sí nuestra fragilidad y se identifica con cada uno de nosotros”. 
A continuación, enumeró así algunos de los rostros concretos del dolor contemporáneo: “con quienes ya no tienen nada y lo han perdido todo, como los habitantes de Gaza; con quienes padecen hambre y pobreza, como el pueblo yemení; con quienes huyen de su tierra en busca de un futuro, como los numerosos refugiados y migrantes que cruzan el Mediterráneo o recorren el continente americano”. También exhortó a que “el Niño Jesús inspire a quienes tienen responsabilidades políticas en América Latina”, de modo que, ante los numerosos desafíos, “se dé espacio al diálogo por el bien común y no a las exclusiones ideológicas y partidistas”. 
El Papa mencionó también a quienes sufren por la falta de trabajo, “especialmente a tantos jóvenes” y a las personas privadas de libertad que viven “a menudo en condiciones inhumanas”. 
León XIV dejó claro que Jesucristo es “nuestra paz”, porque señala “el camino a seguir para superar los conflictos, todos los conflictos, desde los interpersonales hasta los internacionales” y advirtió que sin un corazón libre del pecado, “un corazón perdonado, no se puede ser hombres y mujeres pacíficos y constructores de paz”; por eso, con su gracia, “cada uno de nosotros puede y debe hacer lo que le corresponde para rechazar el odio, la violencia y la confrontación, y practicar el diálogo, la paz y la reconciliación”. 
También elevó una súplica especial por Ucrania: “Oremos de manera particular por el atribulado pueblo ucraniano, para que cese el estruendo de las armas y las partes implicadas, con el apoyo de la comunidad internacional, encuentren el valor de dialogar de forma sincera, directa y respetuosa”. 
Fuente: aciprensa.com 
wdm.

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